miércoles, 20 de mayo de 2020

Ejercicios para fortalecer el lenguaje


Existe un gran cantidad de problemas del lenguaje, la mayoría inciden en la articulación en las palabras o son causados por dificultades motoras en los músculos implicados en el habla. Por tal motivo, existen varios ejercicios que pueden ayudar a superarlos, siendo aplicados en el aula o incluso desde casa, dependiendo de los problemas del lenguaje que se presenten.





Los ejercicios para tratar los problemas de lenguaje se relacionan a los movimientos y acciones respiratorias, que inciden en el ritmo y algunos movimientos buco-faciales en la lengua, labios, mejillas y el paladar.



#1  – Ejercicios respiratorios:
Se realiza con movimientos simples y repetitivos, incorporando sonidos. Se puede realizar inhalaciones y espiraciones nasales y bucales, reteniendo el aire. También retener progresivamente el aire dentro de la boca o nariz. Además puedes incluir inspiraciones rápidas, lentas o profundas, dejando salir el aire rápidamente.

#2 – Soplar bolitas de papel:
Deben colocarse bolitas de papel o polietileno, también se pueden emplear velas, tumbar torres de papel con soplidos y utilizar pajillas para aspirar agua o limonada. Otra estrategia divertida es soplar burbujas de jabón.

#3 – Pronunciar las vocales:
Para realizar la pronunciación el niño debe inhalar lentamente por la nariz, retener el aire y luego exhalar lentamente mencionando las 5 vocales. También puede aumentarse la velocidad, de acuerdo a como se maneje el aire.

#4 – Ejercicio de ritmo:
En los problemas del lenguaje, el ritmo es esencial de tratar, para que puedan articularse correctamente las palabras. Para realizarlo, se pueden dar pequeños golpes a una mesa o tambor, y luego pedirle al niño que imite los sonidos con la voz, de esta manera podrá adaptarse al ritmo.

#5 – Jugar con las silabas:
El niño deberá articular silabas usando alguna consonante, de manera repetida, por ejemplo: Con la letra P, articulará la silaba pa, pa, pa, pa. Luego debe cambiar las vocales y cada vez que realice este ejercicio se ejercita el ritmo y la articulación, mejorando los problemas del lenguaje.

#6 – Articular frases:
En este caso pueden utilizarse frases completas, poesías, trabalenguas o cuentos cortos, de esta manera el niño repetirá las silabas y frases, una y otra vez hasta articular de manera correcta las mismas. Este ejercicio ayuda a mejorar los problemas del lenguaje, que también pueden combinarse con golpes de objetos pequeños, para marcar el ritmo.

#7 – Ejercicios con la lengua:
Abarcan diversidad de movimientos con la lengua, ideales para los problemas del lenguaje en los que se ve afectada la articulación de algunos fonemas. Pueden realizarse giros con la lengua en todas las direcciones, estirar la lengua, llevarla al paladar superior, comer goma de mascar y tocar todos los dientes con la punta de la lengua.

#8 – Ejercicios de silencio:
Primero deben ubicarse en una habitación completamente silenciosa, y luego realizar algún sonido, de manera que el niño pueda detectarlos y prestar atención, para luego preguntarle que sonido escucho.
Con este ejercicio no solo se ayuda a mejorar los problemas del lenguaje, sino también, puede ayudarles a distinguir la duración e intensidad e los sonidos, ejercitando la localización del mismo y reconocimiento de los objetos que lo emiten.

#9 – Ejercicios con los labios:
Se pueden realizar sosteniendo un palillo con los labios, sin introducirlo completamente a la boca. También pueden apretarse y aflojarse, separarlos y juntarlos rápidamente. Realizar el sonido de la letra P con los labios repetidamente.



#10 – Ejercicios faciales:
Inflar las mejillas y desinflarlas, luego de retener el aire algunos segundos. También pueden alternarse las mejillas, primero del lado izquierdo y luego inflar la derecha. Además puede retenerse el agua en la boca y soltar lentamente.

sábado, 9 de mayo de 2020

Niños desafiantes y desobedientes en esta cuarentena

Niños desafiantes y desobedientes ¿Qué podemos hacer?




Hay niños a los que les cuesta cumplir las normas, seguir órdenes y que, a menudo, desafían abiertamente a sus padres. Cuando les pedimos algo, la palabra que más escuchamos es “no”, “ahora voy”, “luego”. Tienen dificultades para tolerar la frustración, quieren salirse siempre con la suya, parece que se sienten cómodos en el conflicto, parece “que nos buscan” (y, a menudo, nos encuentran), en esta cuarentena algunos de estos comportamientos han surgido o evolucionado.

Y los papás nos preguntamos ¿Por qué mi hijo se comporta así? ¿Qué hago mal? ¿Cómo debo tratarle? Vamos a tratar de dar respuesta a estas preguntas.

¿Por qué se comporta así?

Puede haber muchas causas detrás del comportamiento desafiante y disruptivo de nuestro hijo. Por lo general, habrá más de una causa, ya que en psicología rara vez una única causa explica un comportamiento. Es posible que nuestro hijo tenga un temperamento difícil, un carácter fuerte, o que tenga unos rasgos de personalidad determinados que favorecen este tipo de comportamientos. Esto es algo con lo que el niño “nace”, son factores hereditarios.

Por otro lado, está el estilo educativo de los padres. Generalmente, detrás de estos problemas de conducta hay un estilo educativo parental demasiado permisivo. Papás a los que les cuesta hacer cumplir las normas, que tienen dificultades para manejar los retos y desafíos de los niños o que sucumben a menudo a las peticiones de los niños “por no oírles”. Los niños tienen una capacidad especial para llevar la perseverancia a su máxima expresión, y lo difícil es mantenernos firmes y ser más constantes aún que ellos.

Si hemos descartado que el niño necesite intervención psicológica, y consideramos que se trata más bien de un problema relacionado con su temperamento y nuestro estilo de crianza, es el momento de ver qué podemos hacer.




¿Qué estoy haciendo mal?

No se trata de buscar culpables, pero si de asumir responsabilidades. Como padres tenemos que ser conscientes de esa responsabilidad. Hay una parte que no depende de nosotros y que, cómo decíamos, puede estar relacionada con el carácter del niño o con circunstancias por las que atraviesa, pero hay otra parte que depende directamente de nosotros. De si conocemos bien a nuestro hijo, del tiempo y la dedicación que le brindamos, de nuestra capacidad para informarnos y “aprender” a educar a nuestros hijos. De nuestro estilo educativo y nuestra disponibilidad emocional.


¿Qué podemos hacer?

Empezar a educar desde que nacen. A veces escucho a los papás decir que no ponen límites a sus hijos, o no les dicen cómo deben comportarse, o no les enseñan normas básicas de educación, “porque son demasiado pequeños” (y no se están refiriendo a un niño de un año). Los niños están aprendiendo SIEMPRE. Son pequeñas esponjas con una capacidad grandísima de aprendizaje, de observación, de ensayo y error. Habrá muchas cosas que las aprenderán simplemente de vernos a nosotros. Otras irán aprendiéndolas a base de experimentar las consecuencias de sus actos. Otras por ensayo y error. Y muchas otras, porque nosotros se las enseñamos directamente.



Poner límites claros, normas claras

Y hacerlas cumplir. Hay muchas formas. No es necesario ni mucho menos estar todo el día castigando. Hay que saber motivar, hay que hacer entender las consecuencias de sus actos, también permitir que las experimenten, hay que ofrecer consecuencias positivas a su buen comportamiento, y hay que predicar con el ejemplo.

Ser consecuente, y perseverante

No vale castigar y levantar el castigo a la media hora. No vale permitir hoy una conducta, y mañana no. No vale educar según tenga yo el día ni según mi grado de cansancio.

Elegir las batallas

Pocas pero con paso firme. No tolerar lo intolerable. Y dejar pasar lo intrascendente. A veces nos enfadamos en cosas sin importancia “lávate los dientes”, ” no pongas los pies en el sofá”, pero permitimos insultos, agresiones y faltas de respeto.

Si ves que no sabes cómo hacerlo, pide ayuda

A veces los padres necesitan unas pocas sesiones de asesoramiento con un psicólogo para que les dé pautas. Otras veces es necesario también intervenir con el niño, pero no siempre. Ante la duda, consultar. También son muy importantes las escuelas de padres y los libros sobre educación.
“Cuando nace un niño, nacen un padre y una madre”. Y no, no traen manual de instrucciones. Así que tomemos nuestro tiempo en aprender a ser buenos padres y madres, porque es de las tareas más bonitas y, a la vez, más difíciles que vamos a hacer en nuestra vida.