lunes, 27 de mayo de 2019

CÓMO AFECTA LA TECNOLOGÍA AL CEREBRO DEL NIÑO.

CÓMO AFECTA LA TECNOLOGÍA AL CEREBRO DEL NIÑO.

La tecnología nos rodea y a los niños les encanta, pero ¿debemos los padres fomentar su uso temprano en casa?  ¿sabemos realmente cómo influye la exposición a estas tecnologías al desarrollo cerebral de nuestros hijos?

Por el momento sabemos que un mayor tiempo de exposición a televisores, tableta, celulares, videojuegos, está relacionado con mayores indices de miopía, déficit de atención, obesidad y depresión infantil.  Según los datos que estamos conociendo la exposición temprana o prolongada a estos dispositivos puede afectar la maduración de distintas estructuras y funciones del cerebro en desarrollo.

Por ejemplo, durante los primeros años de vida el cerebro del niño debe comenzar a dominar su concentración.  A los pocos meses de edad solo es capaz de concentrar su atención solo en objetos que se mueven, tienen luces o hacen ruido, por ejemplo, un sonajero o su madre que se asoma a la cuna.

A medida que se va haciendo mayor es capaz de tener un mayor autocontrol, hasta el punto de ser capaz de concentrarse incluso en aquellas cosas que le resultan menos interesantes como un profesor que no es demasiado ameno o un libro que tenga que estudiar.

El principio que hace la mayoría de los videojuegos, apps y programas de televisión, pensadas para niños  sean tan divertidas y entretenidas es que no exigen ese nivel de concentración del niño, sino que precisamente retroceden al niño a su primera infancia y atrapan su atención con movimiento, imágenes y sonidos al igual que lo hacía el sonajero.

La realidad es que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y negar su existencia puede ser tan dañino como no regular la exposición de nuestros hijos a ellas.

La tecnología es una herramienta que tiene como fin facilitarnos la vida y también a ayudarnos a disfrutarla.  Ese es precisamente el sentido que debemos transmitir a nuestros hijos.

HASTA LOS 6 AÑOS.

Es totalmente lógico que usemos el celular en momentos puntuales para enseñar al niño las fotos de las vacaciones.  Sin embargo, una regla lógica teniendo en cuenta lo que acabas de leer, es que niños tan pequeños no tengan "acceso libre" a estos dispositivos, no utilicen los dispositivos de sus propios padres y cuando utilicen el de otro familiar sea siempre bajo supervisión.

ENTRE LOS 6 AÑOS Y 10 AÑOS.

El contacto con dispositivos fuera de lo que puede ser su uso para realizar trabajos escolares debería estar bien regulado por normas claras y firmes.  Los padres pueden facilitar el acceso a estos dispositivos por períodos cortos, media hora o 45 minutos los fines de semana.  Otra regla de sentido común es que si el niño no demuestra madurez para dejar el dispositivo cuando se le pide y grita, se enfada descontroladamente, es señal de que la actividad le está enganchando más de la cuenta y que no podrá seguir utilizándolo hasta que se controle.

ENTRE LOS 10 Y LOS 14 AÑOS

A partir de esta edad, el mayor tiempo que el niño utiliza la tecnología se asocia con mayores índices de fracaso escolar. Leer más libros, por el contrario, con un menor riesgo de fracaso escolar. En base a estas evidencias, parece sensato seguir limitando el tiempo de uso de los videojuegos y otras apps para facilitar que el niño se acerque a otros intereses como la lectura o el deporte y asegurarse de que el tiempo de ocio digital ocurra sólo cuando se hayan terminado los deberes.

A PARTIR DE LOS 14 AÑOS.

El uso de la tecnología para realizar trabajos o comunicarse con compañeros está extendido a estas edades y por lo tanto las principales responsabilidades de los padres son velar porque (1) los contenidos que visite y comparta el adolescente sean adecuados a sus valores y su integridad emocional (2) asegurarse de que el tiempo offline supere al tiempo online, permitiendo que disfrute de otro tipo de actividades y (3) asegurarse de que cuando está estudiando realmente lo haga y no utilice ese tiempo navegando o chateando.

Para lograr que estas pautas se cumplan es imprescindible ayudar al niño desde pequeño a disfrutar de otras actividades, a entender que la tecnología debe ser dosificada y supervisada por sus padres y dotarle de la suficiente capacidad de autocontrol para sobreponerse al desenganche diario.

Además, es imprescindible que tengamos en cuenta que el aprendizaje de este tipo de habilidades ocurre en el cerebro del niño tanto por costumbre como por imitación, por lo que el uso que nosotros hagamos de la tecnología y de nuestro tiempo libre marca y de una manera muy clara la forma en la que nuestros hijos la utilizarán.

También es importante que los padres sepan que los niños aprenden más por observación de sus padres y las niñas aprenden sobre todo de la observación de la madre, por lo que es responsabilidad de ambos progenitores mostrar un modelo de interacción con la tecnología basado en la moderación y el autocontrol.

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lunes, 20 de mayo de 2019

SUPERAR UNA RUPTURA: EL DUELO EMOCIONAL

SUPERAR UNA RUPTURA: EL DUELO EMOCIONAL


Una separación o ruptura de pareja es un acontecimiento muy estresante y complejo a nivel emocional.  Se experimenta como "pérdida", pérdida de un proyecto en común y de muchas ilusiones personales.  

No es fácil superar una ruptura, pero es muy importante saber que está y otras pérdidas emocionales pueden superarse.  Para manejar esta intensa y a veces desbordante emoción, hay que reconocerla, comprender cómo funciona y aprender a dirigirla, en vez de que ella nos dirija a nosotros o nosotras.

Cada ruptura tiene características diferentes, por las circunstancias en las que se produce, pero sobre todo por la psicología de las personas que viven la ruptura. No obstante hay algo que es común en todos los procesos para superar una ruptura, es lo que llamamos duelo emocional.

El duelo emocional es el proceso de adaptación necesario que debe pasar cualquier persona que ha experimentado una pérdida, para recuperar su equilibrio y su bienestar.  Se ha hablado mucho de las fases del duelo, también del duelo de una ruptura de pareja (negación, culpa, desesperanza, rabia y aceptación), pero conviene saber que este período tendrá una duración e intensidad diferentes en cada caso, que se producirán avances y retrocesos, sucederán las fases a veces de un modo no lineal o se mezclarán esas fases.

Lo importante, es tener la seguridad de que nuestra intervención es la que logrará que el duelo emocional sea lo menos doloroso, y que de él podamos obtener un aprendizaje útil para nuestra vida.

Es comprensible que en los momentos iniciales del duelo sea difícil ver algo positivo en esta vivencia, pero aprender a manejar las emociones y los pensamientos puede hacer que esta experiencia sea una oportunidad para nosotros, de aprender, de crecer y de ser personas más emocionalmente capaces.

EL TRATAMIENTO PARA SUPERAR UNA RUPTURA

Es fundamental que la persona comprenda qué está sucediendo en este proceso, cómo están funcionando sus emociones, pensamientos, sensaciones físicas, y cómo y por qué se está alterando su conducta.

Comprender estos cambios, es muy importante para sentirnos menos angustiados y angustiadas y recuperar poco a poco el equilibrio y el control.

La clave es entrenar nuestra forma de pensar y valorar correctamente tanto a la persona que hemos perdido como a nosotros mismos o nosotras mismas.  La autoestima es muy importante para superar una ruptura sentimental.

Se producen errores en el modo en el que valoramos a la persona que hemos perdido, idealizándola o negándola, pero sobre todo se produce un juicio hacia uno mismo o una misma en muchas ocasiones injusto y cruel que no nos ayuda a avanzar.

El psicólogo o psicóloga tiene como objetivo, guiar, enseñar y entrenar para que la persona avanece con fluidez y con el menor sufrimiento, pero aún más importante, para que consiga obtener un aprendizaje emocional al superar una ruptura, que le servirá para su vida futura, para decir cuando y cómo serán sus nuevas relaciones afectivas.

Una ruptura de pareja es uno de los eventos vitales que generan mayor impacto emocional.  Comprender y conocer este proceso es esencial para superarlo, avanzar y renovar la ilusión y la motivación perdida.

LAS FASES DEL DUELO:

  1. Impacto, negación, aislamiento, no aceptar:  En un primer momento es una fase de shock, donde sentimos un montón de emociones que nos desbordan.  Esta primera fase hace que nos asustemos y que nos centremos en las emociones y nos desborden.
  2. Confusión, dudas, contradicciones, ira:  Hay un segundo momento que pasas de una especie de montaña rusa, tienes sentimientos diferentes, por una parte crees que puedes con esta situación, pero por otra sientes que no lo vas a superar.
  3. Análisis, examen, tristeza:  Hay otra fase en donde le dedicamos muchos tiempo a revisar la relación.  Intentamos encontrar sentido a lo que ha pasado, nos hacemos preguntas, si lo podríamos haber hecho de otra manera.  Es un momento en el que le damos muchas vueltas a las cosas, y debemos ser cautelosos con esto.
  4. Aceptación, ilusión, normalidad, motivación:  Con el tiempo el dolor se va reduciendo.  Llegas a un momento de más calma, donde empieza a aparecer ilusión, miras al futuro de otra manera, y aunque en ocasiones te acuerdes de tu ex pareja, sientes que esa etapa ya ha pasado.
En conclusión, la ruptura es un proceso natural por el que todos debemos pasar en nuestra vida.  Pero también lo podemos ver como una oportunidad de crecimiento y de aprendizaje con esta experiencia. "Como lo vivamos depende de nosotros"

Estamos a disposición para cualquier duda o consulta que desees hacernos y si quieres saber acerca de otro tema de interés.

miércoles, 15 de mayo de 2019

TRASTORNO DÉFICIT DE ATENCIÓN

TRASTORNO DÉFICIT DE ATENCIÓN

El déficit de atención (TDA) es un trastorno neurológico del comportamiento, que a simple vista NO SE VE.  Afecta entre un 5% y un 10% de la población infanto-juvenil, siendo tres veces más frecuente en varones.

Se caracteriza por distracción moderada a grave, períodos de atención breve, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas.  Habitualmente, los síntomas empeoran en las situaciones que exigen atención o un esfuerzo mental sostenido, o que carecen de atractivo o novedad.  Por ejemplo: escuchar al docente en clases, hacer tareas, leer textos largos o trabajar en tareas monótonas o repetitivas.

El TDA es una afección crónica y prolongada.  De no tratarse apropiadamente, puede llevar a:

  • Depresión, ansiedad y baja autoestima.
  • Bajo rendimiento escolar.
  • Problemas para conservar un trabajo.
  • Problemas legales.
  • Drogadicción y alcoholismo.
Los profesionales que pueden diagnosticar el TDA son:
  1. Psiquiatra, Paidopsiquiatra o Neurólogo: evaluación e intervención con medicación.
  2. Neuropsicólogo: evaluación sin tratamiento farmacológico.
  3. Psicólogo Clínico: evaluación e intervención con terapia.
Existen 3 subtipos de TDA según el Manual DSM-IV:
  1. Hiperactivo/Impulsivo: 

  • Inquietud, se mueve en el asiento.
  • Se levanta cuando debería estar sentado.
  • Corre y salta en situaciones inapropiadas.
  • Dificultad para jugar tranquilamente.
  • Habla mucho y contesta sin pensar.
  • Responde antes de que finalice la pregunta.
      2. Inatento:
  • No atiende detalles, comete errores.
  • Dificultad para mantener la atención.
  • Sordera ficticia.
  • No sigue instrucciones, no termina las tareas.
  • Dificultad para organizarse.
  • Evita tareas que requieren esfuerzo continuado.
  • Olvida y pierde cosas necesarias para su actividad.
  • Fácil distracción por estímulos externos.
    3. Combinado:
  • Incluye una combinación de los tipos anteriores y es el más común.
El niño con déficit de atención NO ES ASÍ POR QUE QUIERE.  Se diagnostica a partir de los 6 años. El TDA no tiene cura.

No existen pruebas psicológicas específicas que diagnostiquen el TDA por si solas.  Se usa una batería de pruebas que ayudan a obtener un diagnóstico completo.

Se necesita mucha información y observación para decidir si se trata de un cuadro de TDA solamente, TDA y otras condiciones acompañadas o si el niño no tiene TDA pero mantiene síntomas parecidos de otras condiciones como el abuso, maltrato, negligencia infantil; trastorno de estrés post traumático y trastornos depresivos o de ansiedad.

El diagnóstico y el manejo del TDA deben ser hechos integralmente.  Hay tres pilares importantes:
  1. El niño y su familia: para los chicos, fortalecer su autoestima y resaltar áreas de éxito y fortalezas.  Los padres deben recibir educación sobre el TDA y técnicas de crianza positiva.
  2. La escuela: el apoyo y comprensión de la condición del niño en su colegio es vital.  Las mejores adecuaciones en un salón de clases nacen del sentido común, cariño y entrega de su maestro.
  3. Profesionales: Paidopsiquiatras, neurólogos, pediatras, psicólogos, terapeutas ocupacionales y la red de apoyo en la comunidad son un equipo multidisciplinario que debe acompañar a la familia y al niño a lo largo de su tratamiento.
PARA PADRES:
  1. Mejore su autoestima: resalte lo especial en su hijo y dígaselo, utilice mensajes positivos, crea en él, enseñe a descubrir sus capacidades, ayúdelo a aceptar sus propias limitaciones y acéptelo.
  2. Motive su aprendizaje: si el niño mejora felicítelo, cree un hábito de estudio, estimule sus habilidades naturales, muéstrese compresivo y colaborador con los profesores.
  3. Incremente conductas deseables con refuerzo positivo: felicite al niño inmediatamente cuando tenga un conducta adecuada, evite los castigos continuos, preste una atención positiva, mantenga contacto físico con él, identifique cuáles son las recompensas y privilegios adecuados a su hijo.
  4. Adecue las reglas: simplifique las reglas de la casa o lugar donde se encuentre, ayude al niño a hacer las cosas paso a paso, asegúrese de que sus instrucciones son comprendidas, utilice un sistema de puntos sencillos con las principales normas que quiere que cumpla y dele un punto o una ficha cada vez que lo realice.
  5. Enséñele a ser organizado: utilice listas de normas que estén a la vista y sean llamativas, coloque horarios y calendarios en lugares que frecuente su hijo, cree rutinas diarias, regálele una agenda para organizarse y recordar cosas positivas.
PARA MAESTROS:
  1. La ubicación siempre debe ser lo más cerca del maestro y del tablero, acompañado de alumnos más tranquilos y/o trabajadores.
  2. Búsquele un compañero.
  3. De instrucciones breves, claras y concisas.  Si es necesario, repetirlas hasta que se entiendan claramente.
  4. El contacto visual es sumamente importante.
  5. Evitar penalizar públicamente los errores cometidos por inatención o por impulsividad.
  6. Refuerce positivamente un ejercicio o comportamiento bien realizado.
  7. Valore los conocimientos aprendidos a lo largo de un período y no en un momento puntual.
  8. Para niños hiperactivos: cuando el niño lo necesite, permítale trabajar de pie y darle descansos periódicamente.  Sobre todo utilice esa energía extra que tiene el estudiante, para ser el ayudante del salón, ya sea entregando materiales a los compañeros o hacer correspondencia.
  9. Es importante supervisar el trabajo durante las actividades y clases, pues el niño con TDA puede distraerse fácilmente.
  10. Permítale más tiempo para trabajar, sin exhibirlo delante de los demás.

Si necesitas más información puedes seguir la cuenta de instagram @psicoyoliani y con gusto te brindaré asesoría, comenta si te gusto el artículo y que otros temas te gustaría conocer.

viernes, 10 de mayo de 2019

EL DIVORCIO Y EL EFECTO QUE CAUSA EN LOS HIJOS

EL DIVORCIO Y EL EFECTO QUE CAUSA EN LOS HIJOS


Las cifras del divorcio en Panamá son muy importantes.  Según el censo de 2017, en la República se dieron 4 470 divorcios por diversos causales. Es un fenómeno que se está dando, al menos, en el mundo occidental.

Normalmente, la gente que contempla un divorcio ya tiene una idea de qué esperar.  Muchos han visto divorcios en las películas o la televisión y, con frecuencia uno conoce a alguien que ha pasado por un proceso de divorcio.  A pesar de estas experiencias de "segunda mano", hacer frente a su propio divorcio es uno de los acontecimientos más traumáticos de la vida.

Usted hace frente no solo a la rescisión legal de una de las relaciones más importantes de su vida, también debe comenzar a pensar en situaciones desagradables, como la división de los bienes y la búsqueda de una nueva vivienda, pero en ocasiones olvidamos lo más difícil de asimilar y es la separación de los hijos para alguno de los dos padres y como esto puede causar diversos efectos en nuestros hijos sino lo manejamos de la manera adecuada.

FACTORES DE RIESGO PARA LOS HIJOS EN EL DIVORCIO

Entre los factores sociales destacan:

  1. Pérdida de poder adquisitivo:  la convivencia en común supone el ahorro de una serie de gastos que se comparten.  La separación conlleva una pérdida de poder adquisitivo importante.
  2. Cambio de residencia, escuela y amigos: el divorcio de los padres conlleva cambios importantes en el entorno del hijo.  Puede que tenga que cambiar de colegio o residencia.  El impacto que tiene este factor en el desarrollo y ajuste social del niño es muy importante.
  3. Convivencia forzada con un padre o miembros de la familia de algunos de ellos: no siempre la elección del padre con el que se convive es la que el niño quiere.  
  4. Disminución de la convivencia con el padre con el que no vive: el padre que no está permanentemente con su hijo deja de ejercer una influencia constante en él y no puede plantearse modificar comportamientos que no le gustan los fines de semana que le toca visitarlo.
  5. Introducción de nuevas parejas de los padres: es un factor con una tremenda importancia en la adaptación de los hijos y tiene un efecto importantísimo en la relación padre/hijo.

Si se dan, además factores emocionales en los padres, los efectos negativos en los hijos puede multiplicarse:


  1. Una mala aceptación del divorcio por alguna de las partes puede llevarle a convivir con una persona depresiva u hostil.
  2. Un divorcio conlleva una cierta hostilidad entre los padres.  Cuando esta hostilidad se traslada a los hijos, intentando que tomen partido o que vean a la otra persona como un ser con muchos defectos, se está presionando al niño para que vea al padre desde un punto de vista equivocado, porque tendrá muchos defectos, pero siempre será su padre.
QUE EFECTOS PUEDEN CAUSAR ESTOS FACTORES

  • Bajo rendimiento escolar
  • Baja autoestima
  • Dificultades Sociales 
  • Dificultades emocionales como depresión, ansiedad, miedo.
  • Problemas de conducta.
EFECTOS EMOCIONALES DE ACUERDO A LA EDAD
  • De 3 a 5 años:  Se creen culpables por no haber hecho la tarea o no haber comido.  Su pensamiento mágico les lleva a tomar responsabilidades tremendamente imaginarias.  Temen quedarse solo y abandonados, hay que recordar que a esta edad los padres constituyen el universo entero de los niños.
  • La edad más difícil de 6 a 12 años:  se dan cuenta de que tienen un problema y que duele, y no saben como reaccionar ante ese dolor.  Creen que los padres pueden volver a juntarse y presionan o realizan actos que no llevan más que a un sentimiento de fracaso o a problemas adicionales a la pareja.
  • Los adolescentes experimentan:  miedo, soledad, depresión y culpabilidad.  Dudan de su habilidad para casarse o para mantener su relación.
Es importante recalcar que el divorcio no puede considerarse como una causa de problemas psicológicos, sino como un factor que hace a la persona más vulnerable.


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domingo, 5 de mayo de 2019

MADRE SOLTERA O PADRE SOLTERO

MADRE SOLTERA O PADRE SOLTERO


Si estás criando a un (a) hijo (a) sola, estás en buena compañia.  Las familias monoparentales son muy frecuentes en nuestra sociedad.  Aquí te brindaré algunas ideas de como puedes criar a un niño(a) feliz y sano.

La crianza de un niño puede ser difícil en cualquier circunstancia. Sin pareja, hay mucho más en juego. Como padre soltero o madre soltera, tal vez, tengas la responsabilidad exclusiva de todos los aspectos del cuidado diario del niño.

Ser padre soltero o madre soltera puede suponer tener más presión, estrés y fatiga. Si estás demasiado cansado o distraído para brindar apoyo emocional o para ser constante en las medidas disciplinarias de tu hijo, pueden surgir problemas de comportamiento.

Encontramos entonces, en estas familias un padre/madre presente y otro ausente, que existe, claro, pero que por diversos motivos no participa en la vida de sus hijos(as). Tal vez porque viaja mucho, trabaja muchas horas, vive en otra casa, ciudad, país. Quizás partió un día y no volvió, no se siente competente, lo agobia la responsabilidad, no desea ser padre o simplemente no sabe que lo es. Algunos de estos padres resultan ser conocidos para sus hijos(as) y otros desconocidos, pero de alguna manera igualmente ausentes. 

Y con sus ausencias dejan dolor, confusión, rabia, frustración y un centenar de preguntas rondando en la vida de sus hijos(as). ¿Cómo es? ¿Dónde está? ¿Por qué no viene a verme? ¿Me quiere? Son algunos ejemplos de lo que ellos(as) podrían preguntarse. A su lado encontramos adultos agobiados, asustados, intentando responder a las preguntas que sus niños(as) les traen, muchas veces y en valiosos intentos de protegerlos(as), con verdades a medias o historias modificadas que creen pueden traer alivio y evitar más sufrimientos. Otras veces, como respuesta solamente el silencio.

Las familias con un padre soltero o con una madre soltera generalmente tienen menos ingresos y menos acceso a la atención médica. Hacer malabares entre el trabajo y el cuidado de un niño puede ser difícil desde el punto de vista financiero y puede generar aislamiento social. Es probable que te preocupes por el hecho de que tu hijo no tiene un modelo paternal o maternal para seguir.

Y así, en medio de la avalancha de sensaciones, emociones, pensamientos y preguntas que puede provocar en los(as) niños(as) la ausencia y/o abandono de unos de sus padres, escuchamos frases de adultos angustiados, con ganas de acompañar a sus hijos(as), de responder a sus preguntas, pero sin saber muy bien cómo. “Pregunta por el papá y no sé qué decirle” “le digo que está trabajando, que ya va a venir” “pregunta dónde está su mamá y si va a volver” “le cambio de tema, no quiero que sufra”. 

Padres atorados con verdades y niños(as) incómodos, registrando en el cuerpo que algo pasa, pero sin saber muy bien qué, manifestando incomodidades de diferentes formas que tienen que ver con sus particularidades, las características del entorno que los rodea y también con las posibilidades de elaboración y expresión que sus edades les permiten. “Llora por todo” “lo veo más agresivo, pelea con los amigos” “se hace pipí y antes no lo hacía” “ha bajado sus notas, ya no quiere hacer las tareas” “ya no duerme solito y se despierta en las noches con pesadillas”. Ejemplos de cómo las palabras son reemplazadas por otras formas de comunicar el malestar.

¿Qué podemos hacer entonces?… acompañarlos con la verdad

Todo ser humano tiene la imperiosa necesidad de compartir sus experiencias con quienes están en una sintonía y cercanía afectiva. Más aún cuando esa experiencia va acompañada de intensas emociones. Cuando esto no es posible nos sentimos solos, aislados. Es importante entonces, como punto de partida, el permitir y propiciar este espacio de encuentro en donde los adultos puedan servir de espejos a los(as) niños(as), ayudarlos a mirarse en esta vivencia y ponerle palabras a lo que están experimentando. 

Qué valorada podría ser por ejemplo una frase tan sencilla como “sé que tienes pena y yo te estoy acompañando” o “me doy cuenta que echas de menos a tu mamá/papá, ¿quieres un abrazo?”. Y de esta manera ir construyendo puentes entre adultos y niños(as), que nos permitan conectarnos y mantenernos disponibles, sin ocultar ni desviar la realidad.


¿Quiere decir esto entonces que si hablamos del padre ausente y lo que su falta genera en los(as) niños(as), evitamos que éstos niños sufran? La respuesta es un triste y rotundo no. La experiencia de ausencia y/o pérdida genera un proceso de duelo que es inevitable y que implica sufrimiento. Ahora bien, ¿Podemos acompañar este proceso y generar aprendizaje a partir de él? Sin duda que sí.
Hay una abismo de diferencia en la vida de un ser humano atravesando por los lugares más dolorosos de su existencia solo y otro que lo hace de la mano de quienes le brindan cobijo y consuelo. La experiencia de ser amorosamente consolados sin duda no borra la ausencia ni disminuye el sufrimiento, pero abre posibilidades. La de ser visto por otros, otros que con su mirada nos devuelven una imagen de nosotros mismos más completa, más coherente, y más capaz de enfrentar la adversidad. Otros que con sus presencias, gestos y palabras, nos enseñan a reconocer lo que sentimos, nombrarlo, darle un lugar y una expresión.
De esta manera, sabiendo las posibilidades que abre el acompañar genuinamente a los(as) niños(as), es que les debemos la verdad a sus preguntas. Una verdad simple, con palabras sencillas que ayuden a sanar y puedan traer alivio. Hablar con la sinceridad y transparencia que nuestras posibilidades como adultos y las edades de nuestros(as) niños(as) nos permitan, puede ser un bálsamo. 
También el otorgarnos la posibilidad de mostrarnos confundidos, sin respuestas (“no sé por qué no viene” “no sé por qué se fue” “no sé si va a volver”), genuinamente emocionados pero también disponibles (para abrazar, conversar, preguntar) permite a nuestros(as) niños(as) vivenciar que a pesar de los años y experiencias que nos separan, nuestra humanidad nos une. Y que es desde ese espacio en donde somos tan parecidos, que nace la posibilidad de conectarnos, de contenernos y cuidarnos. Sembramos, de esta manera, la semilla de lo que más tarde será su propia capacidad de cuidar y consolar no sólo a otros, sino que más importante aún, a sí mismo.
¿Y cómo hacerlo?

Ningún niño(a) es igual a otro y ningún padre/madre igual a otro(a). Las conexiones que generamos con nuestros(as) niños(as) son únicas, es un aprendizaje mutuo, una melodía que se crea y baila en conjunto. Cual músico tocando la nota precisa, cual bailarín danzando el paso justo, vamos encontrándonos con las posibilidades de acompañar. Para algunos una mirada tierna, para otros un abrazo cariñoso, o quizás un cuento que ofrezca la posibilidad de comprender. 
Para otros(as) más grandes habrá otras formas de acompañar, de abrir ventanas para conocer un poco más de sus historias, para reinventarse. Una foto del padre/madre ausente, un recuerdo, una canción preferida, un color de pelo. Hay tantas maneras de acompañar y contener como niños(as) y adultos existen.
Aun cuando el acompañar una experiencia dolorosa, en este caso de pérdida y/o ausencia de una de las figuras más importantes en la vida de un(a) niño(a), es un acto natural de encuentro entre dos seres humanos, que se va generando de forma creativa, respetando ritmos y particularidades, es importante tener en cuenta ciertas consideraciones:
1. Es muy común que los(as) niños(as) tienden a pensar (y no siempre a expresar) que todo lo que ocurre a su alrededor es su responsabilidad, y por lo tanto a sentir culpa. Por lo mismo es fundamental el destacar que lo que ha sucedido (que alguno de los padres no esté a su lado) no tiene que ver con ellos. Ellos no han hecho nada para provocarlo, es algo que ha ocurrido por razones que podemos desconocer pero que tienen que ver con la persona que no está y no con ellos(as).
2. Responder a sus preguntas con la verdad no es lo mismo que darles detalles de lo sucedido que pueden resultar innecesarios, perturbadores y que generaren aún más confusión. El apelar a la verdad tiene que ver con no generar historias o explicaciones que más temprano que tarde descubrirán que son falsas. Con poder ir entregando de a poco, cuidadosa y cariñosamente, considerando particularidades y edades de los(as) niños(as), información que les sirva para generar su propia comprensión de lo ocurrido. Es importante respetar sus propias elaboraciones, sin introducir las nuestras. Si los(as) niños(as) necesitan más información en general preguntan, si no lo hacen teniendo el espacio para hacerlo, es posiblemente porque no necesitan más.
3. Generalmente para un(a) niño(a) no es tan importante un relato detallado y extenso de lo ocurrido como lo que se le transmite emocionalmente a través de lo verbal y de lo no verbal (gestos, miradas, tonos de voz, etc.). Cuidemos entonces cómo les decimos y relatamos lo ocurrido, resguardando que los gestos y relatos que les brindemos no estén saturados de nuestras propias emociones de rabia, frustración, culpa. Para ello podría ser útil entonces preguntarnos: ¿qué me pasa con lo que está ocurriendo? ¿Cómo me siento? ¿Cómo me puedo cuidar de no transmitir esto a mi hijo(a)? ¿Será mejor que mientras me preparo para hacerlo, sea otro quien responda sus preguntas?
4. Dejar abierto el acceso a más preguntas, otros relatos, a pensamientos e interrogantes que vayan abriéndose camino a medida que el niño(a) crezca. Un relato estático, cerrado, al que no se le puede agregar nada, puede ser tan dañino como el silencio, porque al igual que éste no deja espacio a que sea el propio niño(a) el que se apropie de su historia, que generen su propia comprensión. Es importante que los(as) niños(as) sientan que pueden volver a preguntar cuántas veces lo necesiten, que sepan que no se los va a eludir ni mucho menos mentir.
5. Es posible que aparezcan preguntas que hablen de la diferencia entre las familias que habitualmente ven y la de ellos. Es una buena oportunidad entonces para permitirles contactarse con la diversidad y las diferentes formas de hacer familia. No todos somos iguales ni vivimos de la misma manera, pero sí nos parecemos en que vivimos en espacios emocionales en donde somos profundamente amados y respetados.

Es importante que también utilicemos algunas estrategias positivas para reducir el estrés de la familia:


  • Expresa tu amor. Recuerda elogiar a tu hijo. Bríndale tu amor y tu apoyo incondicionales. Reserva un tiempo todos los días para jugar, leer o simplemente sentarte con tu hijo.
  • Establece una rutina. Tener una estructura (por ejemplo, horarios regulares programados para comer y acostarse) ayuda a que tu hijo sepa qué esperar.
  • Busca una opción confiable para el cuidado de los niños.Si necesitas que alguien cuide a tu hijo habitualmente, busca un cuidador capacitado que pueda estimularlo en un entorno seguro. No confíes el cuidado de los niños únicamente a un niño mayor. Sé precavido a la hora de pedirle a un nuevo amigo o una nueva pareja que cuide a tu hijo.
  • Pon límites. Explica las reglas de la casa y tus expectativas respecto del niño (por ejemplo, hablar de manera respetuosa) y exige que se cumplan. Ponte de acuerdo con las otras personas encargadas del cuidado de tu hijo para que las medidas de disciplina sean constantes. Cuando el niño demuestre que está listo para asumir una responsabilidad mayor, considera la posibilidad de reevaluar algunos límites, como la cantidad de tiempo que tu hijo pasa frente a una pantalla.
  • No te sientas culpable. No te culpes a ti mismo ni malcríes a tu hijo para compensar el hecho de que tiene una familia monoparental.
  • Cuídate. Incorpora la actividad física a tu rutina diaria, lleva una alimentación saludable y duerme bien. Organízate para hacer actividades solo o con amigos. Date un respiro y organízate para que alguien cuide a tu hijo al menos unas horas a la semana.
  • Apóyate en los demás. Organízate con otros padres y túrnense para llevar los niños a la escuela. Únete a un grupo de apoyo para padres de familias monoparentales o solicita servicios sociales. Pide ayuda a tus seres queridos, amigos y vecinos. 
  • Mantente positivo. Si estás pasando un mal momento, puedes ser sincero con tu hijo, pero recuérdale que las cosas mejorarán. Asigna al niño un nivel de responsabilidad adecuado para su edad en lugar de esperar que se comporte como un «pequeño adulto». No pierdas el sentido del humor al afrontar los desafíos cotidianos.
Sí este artículo ha sido de tu agrado y necesitas más información puedes comunicarte conmigo vía Instagram @psicoyoliani 

viernes, 3 de mayo de 2019

BULLYING

BULLYING


El acoso escolar es una realidad que sufren niños, niñas, adolescentes y jóvenes en todo el mundo.  Afecta su bienestar, su desempeño académico y el ejercicio de sus derechos y responsabilidades.

La violencia escolar se desarrolla en todos los escenarios de la escuela, pero es importante señalar que donde más se observa el bullying es dentro del salón de clases.

Sin embargo, atender las situaciones de acoso escolar en el ambiente educativo exige un esfuerzo coordinado y articulado de asignación de tiempo, recursos, tareas y responsabilidades de todas las personas de la comunidad educativa e instituciones responsables de la atención de la población infanto juvenil.  

Podemos decir que el acoso escolar o bullying es cualquier forma de maltrato que se da entre estudiantes de forma recurrente, a lo largo de un tiempo considerable y que les causa algún tipo de dolor a las víctimas.

El acoso escolar deteriora la convivencia y tiene consecuencias negativas en el bienestar, desarrollo y ejercicio de los derechos de todos y todas las niñas, niños y jóvenes.  Por esta razón, el acoso escolar nunca debe ser aceptado, minimizado ni ignorado.

¿Cuándo podemos decir que es bullying?

  1. El acoso ocurre de manera recurrente y por período considerable de tiempo. No es un episodio aislado ni dura un solo día.
  2. El o la víctima se siente afectado (a) negativamente, pero no logra defenderse de quienes acosan.
  3. Sucede en relación de pares o iguales, por ejemplo, entre estudiantes

¿Qué tipos de bullying existen?

  1. Acoso Verbal: agredir a través de sobrenombres, insultos, chismes o amenazas.
  2. Acoso Psicológico o emocional: agredir a través de burlas o humillaciones por lo que la persona acosada es o tiene.  Por ejemplo: la apariencia física, personalidad, orientación sexual, estatus económico, nacionalidad, enfermedad, discapacidad, religión.
  3. Acoso Físico: golpes, zancadillas, pellizcos, empujones, tirones de cabello, encerrar u obligar a entrar en algún sitio.  Dañar, destruir, esconder o tomar sin permiso las pertenencias ajenas.
  4. Acoso No Verbal: agredir a través de la exclusión, hacer gestos faciales o físicos ofensivos, miradas amenazantes o despectivas.
  5. Acoso Sexual: involucra comentarios, insinuaciones y amenazas con contenido sexual o exhibición explícita sexual entre pares.
  6. Acoso Cibernético: usar la tecnología para agredir con sobrenombres, insultos, chismes, amenazas, burlas o humillaciones; publicar o reenviar fotos o vídeos sin autorización, o "gustar" o compartir estas publicaciones, por ejemplo.
¿Cómo se que mi hijo es víctima de bullying?

Se pueden identificar algunas conductas para saber si tu hijo (a) es víctima de bullying:
  1. Dificultad de concentración en el salón de clases.
  2. Bajan la asistencia a clases o las notas.
  3. Se preocupan por el tiempo de recreo o tratan de evitarlo.
  4. se aíslan o evitan las actividades grupales.
  5. Repentinos cambios de conducta o de humor.
  6. Timidez, temor.
  7. Se autolastiman físicamente.
El papel del docente, director o directora, o de cualquier adulto que tenga a su cargo un grupo de niños, niñas o adolescentes, es decisivo a la hora de enfrentarse a una situación de acoso escolar.

Como docentes, deben conversar con sus alumnos sobre el acoso escolar, utilizando cuentos, cantos, películas u otros.  Por otra parte deben ser modelos de comportamiento mostrando siempre respeto hacía los estudiantes y colegas y no mostrando favoritismo. 

Tratar de identificar las señales de acoso antes que se conviertan en un conflicto mayor, siempre se debe escuchar a los alumnos cuando le hable de alguna situación de violencia, sin restarle importancia, se debe reaccionar y actuar.

Es importante saber que independientemente de cual sea su cargo dentro de la escuela, usted debe diferenciar si se trata de un caso de acoso escolar, o si es otro tipo de violencia.  Para cumplir este fin, usted debe acompañarse de otro adulto de confianza que le ayude y así poder brindarle la atención adecuada a ese niño, niña o adolescente, siempre teniendo en cuenta las personas que deben abarcar esta situación, sea docentes consejeros, directores o gabinetes Psicopedagógicos. 


jueves, 2 de mayo de 2019

EDUCACIÓN INICIAL

EDUCACIÓN INICIAL


La educación inicial no es la etapa para aprender a leer y escribir.  Los padres de familia y maestros deben saber que sus niños o niñas a esta edad, deben sentar las bases para que lo hagan en primaria.

Durante los primeros cinco años, el niño va moldeando su propia personalidad.  Por eso, el papel de los padres y de los maestros, en esta etapa, es fundamental para conseguir que nuestros hijos tengan autoestima, sean seguros de sí mismos, independientes y libres.

La autonomía es la capacidad que tienen los niños y niñas para actuar de su propia iniciativa.  Es decir es el niño el que va a decidir y el docente tiene que proporcionar los materiales adecuados y propios a su edad.

La primera infancia hasta los 5 años, es una etapa de juego, la cual debe ser la estrategia principal de la Educación Inicial y no se debe perder.

La educación inicial tiene un rol importante en la construcción de ciertas habilidades cognoscitivas y sociales.

Las funciones ejecutivas son críticas para el desarrollo escolar y social. Se trata de funciones que a su vez dan lugar a otras habilidades importantes como la capacidad de recordar la información necesaria para completar una tarea, filtrar distracciones, resistir impulsos inapropiados, sostener la atención, establecer metas, planificar cómo lograrlas y monitorear el resultado, y manejar las emociones propias y ajenas.

Estos procesos se producen lentamente desde la infancia hasta la adolescencia tardía. Existen diferentes actividades como el juego imaginativo, el juego reglado y la actividad física que ayudan a promoverlos, como se menciono anteriormente, el juego es una etapa esencial en la educación inicial.

Claro que es central el rol del docente en el lazo que ellos saben construir con los niños, brindándoles contención y haciendo que se sientan seguros y tranquilos.

Los niños sin la nutrición, la protección y la estimulación cognitiva y emocional necesaria evita que se desarrolle a plenitud y llegue a convertirse en un adulto feliz y con capacidades para cualquier área que se desempeñe.